Una
aproximación a los regímenes autoritarios de Europa post 1ª Guerra Mundial
Ibarra Eduardo
Se ha dicho mucho sobre lo que fue el
nazismo y el fascismo como fenómenos análogos dentro del sistema de dominación
mundial y como los causantes de la guerra más sangrienta de nuestra historia.
Estos tipos de mensajes revestidos como análisis históricos o científicos,
tienen un claro contenido ideológico, que como tal, contienen una carga
valorativa y espacios en las sombras.
Para comenzar un abordaje de lo que
fueron éstos fenómenos políticos que se encubaron entre guerras mundiales,
tenemos que remitirnos al siglo anterior dentro de la conformación del
concierto europeo y los cambios que se fueron dando hacia el plano internacional.
El proceso histórico
El surgimiento y conformación de los
Estados naciones producto del ascenso de las distintas burguesías nacionales,
generaron nuevas estructuras políticas que por un lado centralizaron el poder
administrativo y represivo, y por el otro dieron el inicio del crecimiento de
las ciudades con sus diversos desarrollos industriales. Si bien fue Europa
quien encabezó el desarrollo de estas nuevas estructuras políticas, dentro del
continente cada región tuvo su tiempo y características propias.
Para comenzar a comprender a los
distintos regímenes autoritarios europeos de principio del siglo XX, es
necesario entender en qué regiones se dieron
y que procesos sufrieron, lo cual nos lleva a localizar el surgimiento
del fascismo (y sus variables) y el nazismo, dentro de la constitución tardía
de los Estados Nación y dentro de las regiones periféricas de la Europa del
siglo XIX.
Después de la caída definitiva de
Napoleón en 1815, las viejas y asustadas monarquías europeas encabezaron la
nueva conformación del concierto
europeo. Este nuevo escenario tuvo lugar en la convención de Viena, donde las
potencias ganadoras dispusieron de la suerte de la Francia derrotada y de la
vieja dominación monárquica. Si bien fue la trilogía dirigida por Alejandro I
de Rusia conjuntamente con Prusia y Austria (Santa Alianza) la que veló por el
fin de toda revolución burguesa, el mentor del nuevo panorama tuvo el nombre
del austríaco Von Metternich, que con la participación de la vieja monarquía
francesa en el Congreso de Viena
(representada por Telleyrand) no socavaron la estructura económica y
territorial de la Nación vencida. La única previsión fue la de crear Estados
tapones, como Bélgica o Suiza, alrededor de la misma.
La Santa Alianza fue un nuevo bloque
de poder continental que tuvo como fin reprimir en forma sanguinaria las
distintas revoluciones nacionalistas liberales, pero demostró ser sólo el
último suspiro de las viejas monarquías absolutas, las que sólo retrasaron la
conformación de los Estados burgueses.
En éste panorama fue Inglaterra con su burguesía
industrial incipiente y su monarquía adaptada al parlamentarismo, la que
triunfó como potencia mundial y marítima. El desarrollo de las vías marítimas
dio la posibilidad de conquistar nuevos mercados para la adquisición de
materias primas y la colocación mercancías.
Mientras que en el viejo continente
el sistema servil feudal daba su último suspiro, en el territorio insular
estiraba sus músculos el sistema capitalista.
El resultado de 1815 fue la
cristalización de las contradicciones hacia el propio concierto europeo, con
dos consecuencias hacia el nuevo siglo XX.
1. relegando definitivamente a las
viejas potencias como España y Portugal hacia la periferia.
2. conformando tardíamente al Estado
italiano en 1861, de la mano de la tríada Garibaldi Couver Mazzini y unificando a los 38 antiguos reinos
integrantes del Sacro imperio romano germánico, después de la guerra franco
prusiana de 1870-71, que tuvo como protagonista y mentor a Otto von Bismarck.
La inserción tardía al sistema
capitalista por parte de estos países tuvo características peculiares y
distintas a las potencias capitalistas maduras o en crecimiento. Una fue el
“arrastre” de viejas estructuras y estamentos monárquicos, como la permanencia de
reyes y la del estado papal, y la otra fue la de un crecimiento anímico de las
propias burguesías nacionales limitadas tanto por las derechas e instituciones
monárquicas, como por llegada a un mundo colonial repartido entre las potencias
capitalistas incipientes lideradas por el imperio inglés.
-La preservación de las estructuras
monárquicas generaron la imposibilidad de conformar una sociedad civil
hegemonizada por la burguesía, limitando
la modernización del aparato burocrático estatal, para la canalización de las
distintas demandas de las clases sociales nuevas e imposibilitando el
desarrollo de una red económica jurídica para la expansión y legitimación de
las burguesías nacionales, tanto hacia adentro del territorio como hacia las
relaciones internacionales.
-La llegada tardía a los mercados
internacionales por parte de las burguesías tardías ante un mundo ya repartido,
las relegó a los espacios residuales de los continentes colonizados.
América del Sur se encontraba
dominada por el comercio inglés, en Centro América y el Caribe los nuevos
capitalistas yanquis devoraban materias primas y la Doctrina Monroe daba
cobertura política a sus intereses geoestratégicos. En África los ingleses conquistaban
territorios a los nativos o a los viejos colonialistas holandeses (Boers) y
fundaban Repúblicas como Rodesia. Tanto
India como China (expansionismo japonés de por medio) se doblegaban a fuerza de
guerras y masacres a las compañías inglesas, y en Oriente Medio la disputa
entre Rusia e Inglaterra ponía su impronta al territorio.
Si bien se intentó en una mesa de acuerdos un reparto del mundo
entre potencias, la única forma del expansionismo capitalista fue la guerra.
1ª Guerra Mundial y la crisis del 29
Este panorama conjuntamente con la
introducción de la Revolución Industrial en el ámbito militar y la permanencia
de una vieja diplomacia aristocrática con una infinidad de acuerdos secretos,
fueron los condimentos “adecuados” para la primera gran conflagración.
La 1ª Guerra Mundial resolvió las
viejas deudas pendientes del siglo XIX, dando fin a los gobiernos y regímenes
monárquicos (imperio Austro Húngaro, Otomano, zarismo), pero también dejó
inconclusos los procesos contradictorios en la formación de los Estados
nacionales europeos y dio la bienvenida a la clase obrera en su nueva
conciencia política.
La derrota de la Triple Alianza por
parte de los países centrales integrados en la Triple Entente, puso a Alemania
en una situación de crisis estructural y humillación. A través del tratado de
Versalles las potencias triunfantes impusieron la anexión de los territorios de
Alsacia y Lorena por parte de Francia, anexión de grandes fábricas y
yacimientos minerales alemanes y una fuerte indemnización por los costos de la
guerra, lo que provocó una crisis económica y social profunda al interior de la
potencia derrotada. La desocupación y el desabastecimiento conjuntamente con la
restricción al desarrollo de ejército, fueron el caldo de cultivo para la
explosión social y la deslegitimación del poder político.
EEUU continuó con su política
aislacionista de puertas adentro, por lo que tuvo una participación acotada a
la conformación de la organización gubernamental internacional llamada Sociedad
de las Naciones (antecesora de la ONU), cuyo rol fue la de imponer los
principios y características a imagen y semejanza de la sociedad
norteamericana. Los fundamentos de ésta organización se asentaron en los 14
puntos impuestos por el presidente de EEUU Woodrow Wilson (Corriente idealistas
en las Relaciones Internacionales).
La decadencia del imperio Británico y
la inmadurez del imperialismo yanqui, tuvo dos consecuencias fundamentales para
el nacimiento y desarrollo de los regímenes autoritarios en Europa.
Por una lado dejó a los países derrotados y
periféricos de Europa sin sustento económico y moral, al no incorporar a las
burguesías nacionales a una nueva estructura hegemonizada por una nueva
potencia capitalista mundial (cosa que sí pasó una vez culminada la 2ª Guerra Mundial). Y la
otra consecuencia fue la de tratar de imponer un modelo social y político a
sociedades, cuyas burguesías eran débiles y las clases obreras comenzaban a
organizarse políticamente para asaltar el poder del Estado, impulsadas y
estimuladas por las crisis económicas y por la Revolución Socialista Rusa. La
debilidad de la sociedad civil para el sostenimiento y conformación de la
organización social, la amenaza comunista y el “arrastre” de viejas derechas
monárquicas obsoletas enquistadas en la estructura estatal, generaron en las
burguesías nacionales la necesidad de delegar el poder político y la dirección
económica a una nueva elite que resguardara el sostenimiento de las relaciones
sociales (una sociedad asentada en los fundamentos hobbesianos), disciplinando
a los obreros y combatiendo a los Partidos Comunistas, para después proyectarse
a la conquista de nuevos mercados, lo que en términos políticos los nazis
entendieron como el “espacio vital” (Lebensraum).
Lo que las burguesías anglosajonas habían
logrado a través de la hegemonía y madures de la sociedad civil en el siglo
XIX, las burguesías de los Estados tardíos de Europa tuvieron que lograrlo por
la conformación de un poder político estadual fuerte y con mayor grado de
autonomía.
El período entre guerras llamado Paz Armada, fue un período de transición entre
una potencia que moría y otra que nacía, pero donde la conformación del bloque
de poder interno y su posición en el mundo, no había madurado. Esta zona gris
en la estructura mundial, tuvo su correlato en la aplicación de la política
exterior de “apaciguamiento” por parte de la diplomacia inglesa y
norteamericana, con respecto a las conquistas territoriales de los nazis; algo
así como dejar hacer para que Hitler calme sus ansias de poder.
Otro aspecto importante para entender
estos movimientos políticos fue la respuesta a la crisis del 29. El crack
económico financiero puso fin a la concepción liberal de los Estados, conocida
como laissez faire, redujo el comercio externo entre países en pos del
fortalecimiento del mercado interno y llevó a un nuevo tipo de concepción en
materia de políticas económicas, llamadas intervencionistas o keynesianas.
Esta nuevas políticas tuvieron como
fin la de salvaguardar al capitalismo frente a la incapacidad de las burguesías
de salir de la depresión económica, por lo cual el Estado tomó en sus manos los
hilos de la economía para generar nuevos puestos de trabajo y así reactivar la
actividad por medio de la inyección de recursos al mercado interno.
El intervencionismo estatal tuvo su
propia impronta política, de acuerdo a las distintas estructuras sociales y
productivas imperantes en los distintos países capitalistas. En los países
europeos periféricos o vencidos, fueron los distintos fascismos que asumieron
la dirección económica estatal, mientras que en los países con fuerte
desarrollo de la sociedad civil fueron los llamados partidos socialdemócratas
quienes asumieron ese rol (en EEUU tuvo el nombre de New deal de Roosevelt).
Estas características democráticas o
autoritarias que asumió el keynesianismo, también impactaron en la propia
visión económica por parte del Estado, mientras que el modelo fue pensado como
una etapa de transición para las potencias anglosajonas a fin de recomponer el
poder de las burguesías, para los fascismos el modelo fue entendido en forma
permanente y sin fecha de vencimiento.
La concepción de los regímenes autoritarios
Como se mencionó, todos estos países
tuvieron similitudes en sus procesos históricos y en los períodos que
surgieron, pero también hubo claras diferencias, tanto de fondo como de forma.
La identidad nacionalista de los distintos fascismos:
1. Concibieron a la nación como una
entidad homogénea y antecesora a la formación del Estado.
2. La organización nacional remitió a un
mito fundacional que tuvo a estos movimientos como protagonistas o fieles
representantes de los intereses de la nación manifestados en éste hecho.
3. Los distintos gobiernos y partidos
que antecedieron a los fascismos traicionaron la identidad nacional y a sus
verdaderos intereses (según ésta visión)
4. La simbología y los distintos
rituales fueron la forma de naturalizar la dominación y la identidad
nacionalista.
5. El rasgo fuertemente militarista tuvo
como fundamento la de rescatar la manifestación violenta que dio identidad e
independencia a la unidad política de la nación, frente a otras naciones
enemigas. Este rasgo también fue aplicado hacia el interior de los países a fin
de combatir al enemigo interno, extranjerizante y disolvente del verdadero ser
nacional (comunistas, judíos, etc). La concepción de Carl Schmitt de entender a
la política en la dicotomía amigo/enemigo, fue resuelta por la concepción del
Estado Total y a la guerra no como una forma de continuidad de la política por
otros medios (Clausewitz), sino como integrada a la política misma.
6. Las viejas derechas monárquicas
fueron absorbidas (fascismo italiano y falangismo) o aniquiladas (nazismo) por
estas nuevas derechas.
7. La clase obrera fue el actor social a
disciplinar y el campesinado atrasado el sustento social de la ascensión de los
fascismos, y el portador (simbólico) de los valores puros de la nación
humillada.
8. Fuerte desarrollo y expansión de la
burocracia estatal, identificando al Partido con el Estado.
9. El sistema educativo fuertemente
jerarquizado y las instituciones religiosas, fueron los aparatos ideológicos de
los regímenes. A diferencia del fascismo, que tomó al papado bajo su
influencia, el nazismo erigió al Estado nazi como una nueva religión.
10. La justificación de la ascensión al
poder de los autoritarismos tuvo un carácter socio/cultural por parte del
fascismo italiano y español, mientras que para el nazismo la justificación fue
biológica.
11. En sus nacimientos el fascismo
italiano y el nazismo alemán se vieron con desconfianza, en parte por lo
expresado en el punto anterior.
12.
Los liderazgos fueron de carácter personalista y
fuertemente carismáticos.
13.
La concepción común de que el Estado era el
único actor de las Relaciones Internacionales y que la estructura mundial debía
modificarse (por medio de la guerra).
14.
El capitalismo de Estado encolumnó a las
burguesías (de distinta manera y con distintos grados poder) hacia la propia
impronta del poder político; cacerolas o cañones se definen por los márgenes de
ganancias y los costos de oportunidades.
15.
Tanto el fascismo como el nazismo fueron
continuadores de las políticas de fortalecimiento del poder estatal, por medio
de la conquista territorial directa.
Si bien hubo varios gobiernos
autoritarios en Europa post 1ª Guerra Mundial, los expansionistas y con
proyección ideológica internacional, fueron el fascismo italiano y el nazismo
alemán. Las razones de que fueran estos mismos partidos los derrotados y
aniquilados en la segunda guerra mundial, mientras que el fascismo portugués y
el falangismo español sobrevivieron durante varias décadas, demuestra que la
lucha fue por la imposición de una hegemonía mundial en disputa y no por la de
derrotar a gobiernos dictatoriales en nombre de la democracia liberal.
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