En el último encuentro del año, el Cefma y la Liga Argentina
por los Derechos del Hombre del partido de San Fernando, realizaron una charla
en la Biblioteca Madero de dicho municipio, la cual estuvo a cargo de José
Shulman, responsable nacional de La Liga y cuyo eje de debate fue el
narcotráfico y la política.
En su
introducción, Shulman dejó establecidos los parámetros dentro de los cuales se
puede analizar e interpelar la cuestión del narcotráfico, dentro de los cuales
se hace imprescindible entender la lógica del propio sistema capitalista, ya
sea en la necesidad de la reproducción del capital, como en la creación de
escalas valores que se imprimen en la construcción del ser social.
Como toda
mercancía que es portadora de valor y por lo tanto “debe” ser comercializada
para realizarlo (obtener ganancias), la
droga es sólo un producto más para la
obtención de beneficios, cuyo mercado se encuentra cooptado y es el más
rentables para los capitalistas, que si bien son señalados como actores
anómalos del sistema, estos forman parte
de la propia estructura financiera globalizada con entramados en redes de
bancos, grupos financieros y Estados.
En la
historia contemporánea el comercio de las drogas tuvo su necesaria relación con
el poder político y con la estrategia del imperialismo para la dominación
global, ya sea entablando acuerdos con gobiernos y grupos solventados
económicamente por el narcotráfico o directamente comercializando drogas para
financiar guerras contrainsurgentes contra los movimientos revolucionarios o
contra Estados no alineados a las políticas imperiales. Dentro de éste ejemplo
se encuentra la guerra del opio bajo la era del dominio inglés en el siglo 19 o
bajo el imperialismo yanqui en la lucha contra los guerrilleros
salvadoreños y el Gobierno Sandinista. Tanto la DEA como la CIA fueron
partícipes de acuerdos con grupos narcos. Por lo tanto el narcotráfico es parte
del negocio mundial y también es un instrumento de dominación.
Lo otra
faceta que conforma éste negocio es la superexplotación de los trabajadores que
intervienen en la cadena de producción y comercialización de la droga. Los
campesinos, las llamadas mulas, los que procesan el producto, hasta los pequeños
distribuidores, dejan sus esfuerzos y sus vidas para los grandes lavadores de
dinero en las grandes plazas financieras a cambio de miseria. Es el propio
sistema que prepara el “mercado” para que sea receptivo al nuevo producto,
generando una masa crítica que hace de éste un bien necesario. Grandes masas se
conforman en el horizonte del consumismo existencial, siendo ese el único valor
supremo que impera en el imaginario social.
La izquierda
no ha desarrollado un análisis profundo de la implicancia del narcotráfico
dentro del nuevo escenario mundial, y del
despliegue territorial que estos grupos
narcofinancieros establecen, tanto a niveles locales como en la estrategia de
la hegemonía mundial.
Todo actor social y político que prenda disputar poder, deberá dar respuestas concretas a està cuestión.