5 de febrero de 2012

El Capitalismo serio

(Por Eduardo Ibarra)

El 2011 fue un año netamente electoral, no sòlo por las elecciones presidenciales de octubre, sino tambièn por las características que le imprimiò la reforma polìtica kirchnerista, que trasladò las internas de los partidos polìticos a toda la población; esto con disímiles resultados. Uno de los efectos màs visibles de èsta situación, fue una andanada de discursos que se transmitían por distintos medios; no vamos a discutir por que medios ni la semiologìa de los mismos., entre todos los discursos presidenciales se fue destacando la referencia al carácter capitalista del modelo, que tuvo su corolario en la exposición de Cristina ante el grupo de los 20, donde dejò bien en claro que no era de izquierda (marxista).
Estas afirmaciones sembraron asombro y discordia entre militantes de izquierda que, con críticas, apoyan la gestión de los Kirchner.
Si tenemos en cuenta el proyecto polìtico y la historia misma del peronismo , no tendríamos porque asombrarnos de su carácter capitalista. Para comprender èsto tenemos que hacer una breve descripción de lo que es el proyecto político peronista.

Escueto análisis del origen y fundamentos del peronismo
Si bien el peronismo es un fenòmeno auténticamente nacional, tanto en sus formas de hacer o construir polìticas, como en su simboligìa y su propia estructura de poder, no es ajeno a los movimientos mundiales y a la propia coyuntura internacional, que marcaron su origen y desarrollo.
En el plano interno la Argentina se encontraba ante una nueva configuración social, producto de un cambio de su población, tanto en lo cualitativo como en lo cuantitativo. Las grandes olas migratorias de Europa fueron modificando el panorama social, en el cual los primeros trabajadores artesanales y campesinos se iban transformando en obreros fabriles, aglutinados en la gran urbe, enmarcados dentro las corrientes ideològicas europeas de clases (desde socialistas, sindicalistas, a anarquistas y posteriormente comunistas). Si bien numéricamente la clase obrera era cada vez más numerosa y con mayor incidencia en la política nacional, en 1940 todavía distaba mucho de disputarle el poder a la oligarquía agro exportadora. Esta clase social con sustento en la propiedad de la tierra y la explotaciòn primaria, se encontraba en una crisis profunda producto del cambio estructural que estaba sufriendo el capitalismo a nivel mundial, donde el surgimiento de EEUU como potencia marcaba el fin del dominio ingles y el entierro del viejo sistema de coloniaje ante el nuevo carácter financiero y transnacional del capital. El viejo sistema de intercambio entre las colonias latinoamericanas y el centro imperial demandante de materias primas, se sacudìa ante las nueva forma de capitalismo intervencionista (con acciones militares directas o indirectas: guerra del Chaco, creación de Panamà, independencia de Cuba, etc) y el desembarco de las incipientes transnacionales ( United Fruit en Centro América y el Caribe, como las empresas extractivas en Sur Amèrica, con varios diplomáticos yankis como dueños o ejecutivos ). En la Argentina no sòlo se manifestaba en los cambios de gobierno, tanto democráticamente como a travès de golpes de Estado, sino  tambièn lo hacía en la adquisición de empresas inglesas y nacionales por parte de capitales norteamericanos .
El radicalismo que habìa surgido a fines del siglo XIX, tenía la impronta de los nuevos cambios regionales con respecto a su posición en el plano internacional. Su sustento social estaba dado por las nuevas clases medias de artes liberales, que presionaban por mayor movilidad social (ante el enquistamiento del Partido Conservador de los terratenientes), que se daba tambièn  en un nuevo proyecto polìtico.
Este capitalismo de libre empresa sin intervención estatal, tocaba su fin en la crisis de 1929, producto de su propio sistema anàrquico de producción (como bien lo llamò Marx) y ante el avance y logros de la clase obrera mundial, fue llevado a una nueva etapa del sistema, en el cual los paìses occidentales se cerraban o restringían el comercio por medio de distintas medidas proteccionistas. Para salir de la depresión, de los vaivenes de las economìas a merced del caos capitalista y dar respuesta a la amenaza que significaba la economìa planificada de la URSS, conjuntamente con el crecimiento de las demandas de los proletarios de los paìses occidentales, se reformulò el rol del Estado como regulador e interventor en la economìa, lo cual permitìa a los cuadros polìticos salir a la salvaciòn de los capitales a travès de polìticas econòmicas estatales y aplacar la demanda de las clases trabajadoras.
No es fortuito que la expresión política del keynesianismo, haya sido tanto por el fascismo como la socialdemocracia, por medio del Estado interventor . Si bien surgiò como un modelo de emergencia o de excepción hasta encarrilar de nuevo las “fallas” del sistema, los nacionalismos de distinta índole lo adaptaron como sistema en sí, producto de la posición periférica o subordinada de los países, de la falta de una burguesía autóctona y por el grado de amenaza de la revolución socialista. Tampoco es fortuito que el modelo de lord Keynes, estuviese basado en un sistema económico cerrado, teniendo al mercado interno como único factor de expansión de la economía.
El peronismo que surge de esta coyuntura, parte sobre la base productiva nacional completamente obsoleta, tanto para la expansión nacional, como para la satisfacción de la demanda internacional, producto de la 2ª Guerra Mundial. El conservadorismo y el radicalismo  que se encontraban ante una nueva clase obrera y ante un cambio mundial que no comprendían y no podían asimilar, eran incapaces de traducir en política las demandas sociales y los desafíos económicos.

¿De donde surge la doctrina peronista?
Mucho se ha hablado del origen y conformaciòn de la doctrina peronista, desde su nacimiento hasta nuestros dìas, raudales de análisis ponen al peronismo de un lado al otro en el espectro polìtico. Tanto la embajada norteamericana como la izquierda, el conservadorismo y el radicalismo, lo conceptuaban en la dècada del 40, lisa y llanamente como nazi. Mientras que en la década del 50, con la Revoluciòn Libertadora en marcha, los militares y sus aparato ideológico eclesiástico, lo entendían como la antesala al comunismo. 
Estos desvaríos conceptuales no son sólo responsabilidad de quien lo interpreta, sino también del propio Perón, el cual iba configurando su propia doctrina desde su viaje a Europa como observador militar.
Desde sus idas y vueltas de Italia a Alemania, Peròn sacaba la siguiente conclusión:
“Yo habìa ido a Italia no a ver la Torre inclinada, sino otras cosas importantes que en Italia habìa; tampoco fui a Berlìn solamente por la puerta de Branderburgo, sin que me interesaba todo lo que ocurrìa allì dentro, Me interesaba sobre todo el fenòmeno social…”
“Yo estudiè mucho el fenòmeno social y polìtico. Allì habìa un gran crisol donde se estaba fundiendo algo nuevo. La revolución comunista marchaba en Rusia y se desenvolvìa conforme a las teorìas de Marx y Engeld, interpretadas por Lenin. Pero en Alemania habìa surgido un fenòmeno social inusitado y era el nacional- socialismo, de la misma manera que en Italia triunfaba el fascismo”.
Sobre Alemania sostiene:
 “En todo aquel tiempo en que vivì en Alemania tuve la sensación de una enorme maquinaria que funcionaba con maravillosa perfecciòn y donde no faltaba ni un pequeño tornillo.
Este deslumbramiento tiene que ver con la organización corporativa de las sociedades en los regímenes nazi fascistas:
“El fascismo italiano llevò a las organizaciones populares a una participación efectiva en la vida nacional, de la cual habìa estado siempre apartado el pueblo. Hasta la ascensión de Mussolini al poder, la naciòn iba por un lado y el trabajador por otro, y este ùltimo no tenìa ninguna participación en aquella. Descubrì el resurgimiento de las corporaciones y las estudiè a fondo. Empecè a descubrir que la evoluciòn nos conducirìa, si no a las corporaciones o gremios – pues no era posible retroceder hasta la Edad Media -, a una fòrmula en la cual el pueblo tuviera participación activa y no fuera un “convidado de piedra” de la comunidad. Al descubrir esto,  pensè que en Alemania ocurìa exactamente el mismo fenòmeno, o sea, un Estado organizado, para una comunidad perfectamente ordenada, para un pueblo perfectamente ordenado tambièn, una comunidad donde el Estado era el instrumento de ese pueblo del futuro, es decir, la verdadera democracia popular, la verdadera democracia social. “
Si bien Peròn fue un gran admirador de la comunidad organizada al estilo de la Alemania nazi y de la Italia fascista, el propio concepto de la justicia social y de la superación entre capital y trabajo o políticamente hablando entres comunismo y capitalismo, fue sustentado por la iglesia catòlica a principios del Siglo XX, en la proclama (De Rerum Novarum) de Leòn XIII,  donde el capital y el trabajo debìan cooperar y no enfrentarse. Esta nueva doctrina serìa la base para una organización social policlasista, la cual tendría entendimiento con los partidos populistas del Siglo XX .
La doctrina que impulsaba la concordancia entre explotados y explotadores, suponìa una autoridad rectora, la cual no era otra que dios; y ante la intangibilidad de tamaña autoridad, la iglesia por lo tanto asumìa dicha representación, entrando asì en la permanente tensión y distensión con el poder secular.
La pretensión de la iglesia como autoridad suprema por sobre todo àmbito de la vida, se encontraba atravesada en toda la edad media, por  la lucha con el poder secular (lo que se conoce como querellas de las investiduras), quedando su resoluciòn plasmada con el advenimiento de la Santa Alianza, en la cual el poder polìtico, con Alejandro I a la cabeza, logrò coronarse como el defensor del orden polìtco e ideològico  en toda Europa.
Aunque derrotada la pretensión de superioridad papal por sobre la autoridad polìtica, (transformándose en el aparato ideológico como parte del Estado Moderno), siempre se consideraron por sobre cualquier estamento estatal. 
La comunidad organizada concebida por la iglesia católica fue tomada tanto por el fascismo como por el peronismo , pero sumiéndola a la orbita del dominio partidario/estatal. Estàs diferencia fueron aplacadas en los comienzos de dichos movimientos, hasta que las confrontaciones interburguesas y los cambios polìticos y econòmicos internacionales fueron produciendo grandes crisis y dificultades.
En el caso argentino la iglesia se fue alineando con los sectores màs conservadores y recalcitrantes de la burguesía y los militares, dando sostenimiento ideològico y apoyo directo en las acciones militares para derrocar a Peròn. 

Este descubrimiento del corporativismo por parte de Peròn tiene su origen en las asociaciones gremiales medievales, que se iràn conformando, transformando y en cierta forma negando, a travès del surgimiento del Estado. El corporativismo estatal se encuentra directamente relacionado, como se mencionò màs arriba, con la propia estructura capitalista (divisiòn internacional del trabajo) en su relaciòn con las economìas perifèricas/dependientes y con el surgimiento tardío del Estado naciòn. Como sostiene Manoilesco:
“el elemento dinàmico de este proceso de transformación econòmica mundial consiste en una demanda nacional radical de restauración de la divisiòn internacional del trabajo y su distribución de beneficios. Las naciones Capitalistas perifèricas estàn cobrando creciente conciencia de la disparidad de los beneficios generados en su intercambio de materias primas y alimentos por bienes manufacturados de los paìses avanzados, y comienzan a implementar nuevas polìticas econòmicas nacionales, especialmente dirigidas a la industrialización sustitutiva de importaciones y al control del comercio exterior.”
Si bien, èste corporativismo estatal era una respuesta institucional de salvataje a la crisis de la economìa capitalista de principios del Siglo XX, deja en cierto grado de autonomìa al propio poder Ejecutivo. Por lo cual el individuo quedaba aislado de cualquier rasgo de identidad de clase frente a èl, para redefinir nuevos lazos y lealtades (la sociedad vista como una organización vertical y no horizontal), a su vez en las corporaciones se establecía una división tecnológicamente autónoma, como unidades verticales de agregación de intereses, que creaba interdependencias equilibradas entres áreas.
 Por lo  tanto, tomando en cuenta el concepto de Shmitter del corporativismo como
“un sistema de representación de intereses en que las unidades constitutivas estàn organizadas en un nùmero limitado de categorías singulares, obligatorias, no competitiva, jerárquicamente ordenadas y funcionalmente diferenciadas, reconocidas o autorizadas (sino creadas) por el Estado, y a las que se ha concedido un deliberado monopolio representativo dentro de sus respectivas categorías a cambio de observar ciertos controles sobre la selecciòn de sus dirigentes y la articulación de sus demandas y apoyos”
Es el propio Estado que articulaba la producción y el establecimiento (vigilancia y represiòn) de nuevas relaciones sociales, dando cierto grado de autonomìa a las distintas organizaciones, a fin de tener un enfoque exclusivo en los temas “esenciales”, pero exigiendo el acatamiento y la estabilidad de èstas. Queda asì negado y/o ocultado toda identidad de clase a travès de un nuevo espíritu de solidaridad nacional y de una organización funcionalmente interdependiente.
Tanto los ideales liberales de la libre competencia, como los ideales socialistas de igualdad, quedaban reemplazados por el concepto estatal de justicia social.
Para el establecimiento de una nueva organización social capitalista dependiente, no sòlo se necesitaba un cambio de la estructura productiva, sino tambièn la conformación de nuevos valores hegemònicos, el cual haga posible el consenso necesario para la expansión del capital, resoluciòn de la disputa interburguesa (capital agrario, industrial y financiero ) y a su vez, la represiòn de toda cultura contra hegemónica y proletaria.
Estos valores imperativos devienen necesariamente de un partido identificando con el Estado, con rasgos autoritarios y  a la vez contemplativos con los distintos sectores de la comunidad organizada y dirigida por èste.
Esta organización corporativa del Estado, fue encarnada a travès de un liderazgo fuerte, verticalista y con una doctrina poco rígida. Características necesarias a un esquema pendular de liderazgo, cuyo fin fue el de equilibrar las pujas entre los disímiles grupos internos y aplicar los cambios o virajes económicos producto de los ciclos econòmicos internacionales.
En èste sentido es interesante el discurso dado por Peròn en 1954, en la primera convención convocada por la CGE (Confederaciòn General Econòmica):
“El Estado tiene en la actualidad un sinmùmero de empresas que en cualquier momento pueden ser entregadas a las empresas privadas a medida que las curvas de la economìa de aquellas pasen a ser positivas (…). Felizmente, estamos ya preparando el pasaje de una organización estatal a una organización privada, El Estado argentino, dentro de nuestro concepto, se sentirà muy feliz el dìa en que no tenga una sola empresa comercial, industrial o de la producción en su poder, porque habrà llegado el momento en que todas las empresas de producción, de la transformación y de la distribución que estàn hoy en poder del Estado, en situación floreciente, sean absorbidas por el interès privado. Esa es nuestra orientación (…). Esto, señores, lo iremos realizando paulatinamente (…). La organización no puede ser teòrica, sino que es siempre empìrica. Hay que ir tanteando y realizando la organización.”
En ese mismo año, otro discurso dirigido a aun congreso de cooperativas, sostenìa:
“Cuando nosotros llegamos al gobierno nos encontramos con una organización de neto corte capitalista en la economìa argentina. ¿Y cuàl es la organización econòmica de carácter capitalista en el mundo? Un comunidad dentro de la cual se ha capitalizado de un cinco a diez por ciento, mientras un noventa o noventa y cinco por ciento està descapitalizado (…). El justicialismo està en contra de esa concepción (…). Nosotros hemos recibido esas empresas capitalizadas y no queremos descapitalizarlas. Ese sector del cinco por ciento lo vamos a dejar (…) pero de ahora en adelante nos vamos a ocupar de que el noventa y cinco por ciento comience a capitalizarse paulatinamente (…). En nuestro sistema, la cooperación es lo natural (…). En el sistema capitalista es una excrecencia fuera de los òrganos naturales del sistema. 
Mientras que en un congreso ferroviario ante los obreros proponìa:
“Los mejores accionistas de los ferrocarriles podrìan ser los propios obreros ferroviarios. Ellos deberìan ser los dueños de los ferrocarriles y yo habrìa realizado la màs maravillosa de todas las empresas que pueda llevar a cabo un argentino: hacer que cien mil hombres, que antes trabajaban explotados por el capital para pagar dividendos, lo hagan ahora alegres y felices y para pagarse sus propios dividendos.”
Màs allà de que Peròn fuera un gran sofista plantado en su liderazgo pendular, sus propuestas post 2ª Guerra Mundial, eran contradictorias y más pragmáticas que el tan cacareado pragmatismo liberal de los 90s. Sin embargo no nos dejó ni en su análisis discursivo, ni en los hechos, la síntesis de estas ideas contradictorias y conflictivas. Aunque podríamos especular que el propio Estado como deidad terrenal, armonizaría todo, contrabalanceando los excesos y desviaciones de los distintos sectores sociales. Ósea, una respuesta más metafísica que realista

Estado y Capital en el peronismo
La doctrina peronista supones que tanto la estatización como la mercantilización son mediadores de las relaciones sociales, en la cual se presupone un enfrentamiento entre la ciudadanìa y el dinero, como medios separados de suma cero, surgiendo asì una burguesìa buena aliada al pueblo o que confluye con los mismos intereses y una burguesìa mal, que se encuentra al servicio de los intereses foráneos.
En èste esquema de dualidades buenas y malas, el Estado se encuentra como una entidad autònoma respecto al capital, carente de historia, donde el avance de la mercantilización es vista como un abordaje del Estado por el capital, con lo cual la relaciòn entre ambos no es intrínseca, sino que el propios Estado se encuentra atravesado por el propio antagonismo de la confrontación entre la burguesìa y el proletario.
Si bien el Estado guarda distancia entre los intereses en pugna de las distintas facciones de la burguesìa, no se distancia de los intereses de la burguesìa como clase, sino que ese encuentra sustentado y en funciòn de èsta clase. Pudiendo asì cohesionar a la burguesìa en un bloque de poder, al mismo tiempo que sacrifica económicamente a determinado sector en lo inmediato, pero preservando los intereses de clase en su conjunto y a largo plazo.
Los peronistas ven al Estado interventor como medio de limitar la voracidad del mercadoa travès de la regulación. No superan la diferenciación del pensamiento liberal, entre polìtica y economìa al caer en el antagonismo entre Estado y mercado Sin embargo esta capacidad estatal debe medirse en el grado de dominación sobre la clase obrera, donde el antagonismo se encuentra dado entre capital y trabajo.
Las mismas premisas se trasladan al àmbito internacional, distinguiendo entre el Estado Naciòn (en armonìa de intereses) y el mercado internacional. Por lo que se cae de nuevo en la falacia de suponer que un Estado es autónomo de la estructura del capitalismo mundial. En èste punto es interesante la respuesta de Alberto Bonnet con respecto al sistema capitalista mundial:
“Es asì como, en el marco del capitalismo contemporáneo, una intensificada movilidad del capital, y en particular del capital-dinero, sanciona diferencialmente las condiciones de explotaciòn y dominaciòn vigentes en los distintos territorios del mercado mundial, mediante los premios y castigos que conllevan sus flujos y reflujos, mientras que los Estados, naciòn convalidan políticamente  esas sanciones en la medida en que esos distintos territorios siguen encontrándose regidos por sus soberanías nacionales.”
Por lo tanto la inserción de la economìa nacional en el mercado internacional, depende de la competitividad atada a los costos laborales de los productos producidos en el territorio, en comparación con otros productos elaborados en otras economìas. Asì mismo permite establecer la captación de los flujos de capitales internacionales, en relación a la expropiación de la plusvalía de cada nación.

Al no comprender la relación entre capital y trabajo, y su inserción en la economía capitalista mundial, se incurre por parte del kischnerismo en una idea simplificada y distorsionada de los hechos actuales y pasados.
Un ejemplo es la caracterización de lo que fue el alfonsinimo y del menemismo, situando al primero como un proyecto político carente de ideas econòmicas y al otro como un grupo de individuos con ansias de entregar la nación al capital extranjero, por propia voluntad.
Si bien el radicalismo careció de una política económica consecuente, el propio proyecto polìtico se encontraba sustentado sobre la base del Estado benefactor, el mismo que habìa entrado en crisis en la dècada el 70. No sòlo la dificultad de insertase al mercado mundial acosaba a Alfonsìn, sino tambièn la propia burguesìa no encontraba un proyecto hegemónico y sus facciones respondían a los planes econòmicos de distinta manera, mientras que la clase obrera conservaba la capacidad de reivindicación y de lucha sindical.
La pérdida del respaldo de la facción de la burguesìa que apoyaba al gobierno y la negativa de los organismos internacionales financieros y de los funcionarios de EEUU a sostener el plan Austral y Primavera de Sourrouille , hicieron de la puja distributiva inflacionaria, un caos de hiperinflación, que no sòlo expropiaba el salario de la clase obrera, sino que impedía la acumulación de capital y la conformación de una hegemonía burguesa.
La caída de Alfonsìn y la asunciòn de Menem, fue la expresión del cambio estructural del capitalismo global a nivel local, en la cual la fase financiera del capital se asumìa como la era de la globalización y el fin del proyecto socialista. El sistema financiero se expandìa  y desbordaba todas las fronteras, sin posibilidad de contenciòn por parte de ningùn Estado. El dinero en todas sus variantes se despegaba de todo atisbo de sustentación productivo, logrando asì una nueva etapa de acumulación.

El proyecto menemista fue el resultado de la hegemonìa nunca antes lograda por la burguesìa nacional, a su vez expresaba la inserción de la economìa nacional en la estructura económica mundial, en desmedro de la facción burguesa atada a la producción y la exportación, a favor de los sectores financieros e importadores.
Este nuevo modelo logrò derrotar socialmente a la clase obrera (derrotada políticamente  en la última dictadura militar)  y posibilitar la máxima expoliación de la plusvalía. 

Los lìmites de este modelo fueron a grandes rasgos dos:
1 La respuesta de los sectores obreros desocupados bajo nuevas formas de luchas (levantamiento de pueblos en el interior y piquetes), en marcadas en una nueva realidad y caracterizadas por el desplazamiento social. Estas nuevas metodologías de lucha ya no eran producto de la explotación de los obreros en las fábricas, sino la perdida de su condición social. 
Así también la imposibilidad de criminalizar la propuesta y de volver a restaurar a los militares en el rol de represión interna.
2 La dependencia económica casi absoluta a los préstamos y controles de los organismos financieros internacionales (FMI, Banco Mundial, etc) y la dependencia política para diagramar una nueva ingeniería institucional (consenso de Washington).
Esto no sòlo hizo vulnerable al paìs a las sucesivas crisis internacionales, tambièn imposibilitaron al Estado de los controles mínimos necesarios para paliar esas crisis.

La vuelta a la nada
Desde el discurso oficial, se està pregonando un modelo productivo post 2 Guerra Mundial, con todas las implicancias que vinimos exponiendo. Este modelo toma como su contrario a la etapa de la hegemonìa burguesa menemista, sin tener en cuenta que la nueva etapa inaugurada después del 2011 estuvo signada por el ascenso de otra facción burguesa; màs que no tomarla en cuenta, el kichnerismo, trata de ocultar discursivamente, aunque en los hechos se manifieste claramente.
No sòlo la diferencia productiva interna harìa casi imposible la vuelta a ese “capitalismo serio”, sino que la etapa globalizante del sistema financiero, hace estéril todo intento  de control por parte del Estado intervencionista.
Por otro lado y  aun màs contradictorio, es la distancia entre el discurso y las polìticas econòmicas aplicadas en forma casi inmediata a la victoria en las elecciones presidenciales del 2011:
- Restricción de las transferencias del Estado a las clases populares, no pago de bonos de fin de año a los jubilados, limites a los aumentos para los planes sociales.
- Pedido de ajustes a las provincias, a través de la restricción de horas, control de nóminas y freno de aumentos.
- Quitas de subsidios, si bien es positivo que se haga en forma discriminada a sectores de màs poder adquisitivo, no se estipula como se utilizaràn esos recursos.
- Continuaciòn del impuesto al salario por medio del cobro de ganancias.
- Limites a las paritarias.
- Aprobaciòn de la ley antiterrorista por pedido del GAFI.
- Extranjerización de la explotaciòn de recursos naturales. Un ejemplo claro es la explotaciòn del litio en la zona del NOA, que se encuentra en manos de empresas extranjeras, sin restricción de transferencias de ganancias hacia las casas centrales.

El kischnerismo desborda en la construcciòn de un discurso hegemònico que trata de rebatir las concepciones liberales (otrora menemista), pero cae en un subjetivismo que oculta o desdibuja las condiciones objetivas de la relaciones de producción. Desde la apreciación Laclaudiana construyen una simbologìa popular con un nuevo relato històrico, para la formulaciòn de una nueva hegemonìa cultural, pero sin modificar y discutir la propia naturaleza del capitalismo, ni el rol de la burguesìa nacional y su relación con el capitalismo mundial.


NOTAS-----------------------------------------------------------------------------------
1  Màs allà de que los peronista de otras corrientes internas ajenas al kischenrismo niegan la pertenencia de èste al legado de Peròn.
Sin embargo no hubo otro gobierno que se pueda asimilar, al primer peronismo, como la gestiòn kirchnerista.  Las afirmaciones de Julio Bàrbaro, endilgando un sesgo autoritario, verticalista y discursivamente violento a los Kirchner, en contraposición a los gobiernos de Peròn, carecen de fundamento histórico; por no decir que es una deformación de los hechos adrede. No sòlo los gobiernos de Peròn fueron verticalistas, sino que tambièn fueron violentos, con muertos, torturados, perseguidos  y con discurso tan violentos como el 5 x1.
2  Bosoer Fabiàn “Braden o Peròn, la historia oculta,Editorial El Ateneo, Buenos Aires, 2011.
3  Para un ejemplo claro de esto, ver Mirta Zaida Lobato “La vida en las fàbricas”, Editorial Prometeo, Buenos Aires, 2001, donde se analiza la adquisición de frigorìficos ingleses por parte de capitales norteamericanos y la nueva reorganización interna, con nuevas tecnologías y nuevas metodologías de producción.
4  Ciafardini Mariano “Globalizaciòn tercera ( y ùltima) etapa del capitalismo”, Ediciones Luxemburg, Buenos Aires, 2011.
5  Galasso Norberto “Peròn, formación, ascenso y caìda (1893-1955), tomo I, Editorial Colihue, 2005.
6  Verbistsky Horacio “Cristo Vence” Horacio Verbistsky, Editorial Sudamericana. Buenos Aires, 2077.
7  Peròn le responde asì a un periodista norteamericano, en 1946, sobre la doctrina peronista: no es nueva porque “tiene alrededor de 200 años: es el cristianismo”. Galasso Norberto. “Peròn, formación, ascenso y caìda (1893-1955) tomo I”, Editorial Colihue, 2005.
8   Un ejemplo claro es la descripción que hace A. Gramsci de las dispuestas internas, de la burguesìa, en el fascismo italiano. Gramsci  A.“Escritos polìticos (1917-1933)”, Editorial Siglo XXI, México, 1977.
9  Fragmento tomado del libro “Peròn, formación, ascenso y caìda (1893-1955), Norberto Galasso, Editorial Colihue” en referencia a “Discursos de Peròn, Juan Domingo, del 2/7/54, Obras Completas.
10  Ídem
11  Ídem.
12   Bonnet Alberto “La hegemonìa menemista”, Editorial Prometeo, Buenos Aires, 2008.
13  A pesar de la aceptación que tuvo Sourrouille en la presentaciòn del plan Austral en EEUU, por parte de la crema de las finanzas: Paul Volker, James Baker, Robert Mulford y Larosière

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