Siempre que escucho y veo a los personeros de la derecha; esas mentes que se llaman liberales, los noto con un alto grado de soberbia y en una posición de saberlo todo. Desde un lugar elevado por sobre todo lo común o los comunes, con una mirada despreciativa hacia aquellos que no hemos adquirido su tan elitista sabiduría, disparan su desprecio y asco por lo popular.
Un ejemplo claro es Roberto García, periodista de Ámbito Financiero y conductor del programa televisivo La Mirada, que se trasmite por canal 26. En dicho programa del lunes 5 de marzo de 2012, este periodista, quiso hacer un comentario cínico y auto elevado de conocimiento histórico, mencionando un viaje de Guillermo Moreno hacia Angola acompañado con un grupo de empresarios, los cuales y de acuerdo a dichos de este reverendo comunicador, era un viaje en compensación a las trabas por las importaciones, y sus consecuentes desventajas, con lo cual se podría abrir nuevos mercados y realizar grandes negocios en el país africano. En el marco de dicha noticia hizo mención de la ironía de la historia, que otrora había sido el país donde peleó el Che Guevara, logrando poner casi a gusto a un presidente. Todo esto como correlato de un libro “que nos dejó” llamado El año en que estuvimos en ninguna parte.
Si se deja llevar por la impostura de superioridad que emana desde la pantalla dicho personaje, uno no puede más que obnubilarse frente a tamaño dato y caer rendido ante la sabiduría del pro hombre libre pensador y de su figura trajeada acompasada de una cara con pocos rasgos expresivos; casi todos repulsivos.
Toda ésta pintura se va desfigurando a la medida que se constatan los datos vertidos con los hechos históricos. Este relato sería perfecto si el país se llamara Congo, donde si peleo El Che en el años 1965. También sería casi perfecto si el propio Guevara no se hubiese ido criticando la falta de madurez revolucionaria de los cuadro insurgentes autóctonos y especialmente de su líder Kabila, quién no fue presidente sino varias décadas después. Por lo cual difícilmente hubiese podido El Che haber designado al distendido guerrillero congoleño; salvo que se hagan místicas conjeturas post mortem.
Quizás todo este error haya partido de la lectura del libro “que nos dejó” sobre dicha experiencia guerrillera africana, ya que dicho libro fue escrito a mediados de los noventas por Taibo II, Froilán Escobar y Félix Guerra.
Cuando la forma se pone por arriba de la sustancia, todo se vuelve ridículo.
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