(Por Eduardo Ibarra)
La democracia del prestigio y la acumulación
En la década del 90 se produjeron hechos tan profundos y trascendentes que han cambiado el curso de la historia, estos cambios por todos conocidos y sufridos, trastocaron todos los aspectos de la vida de los pueblos. Se nos impuso la idea de que la historia había culminado, ya no existía. Se criticaba al marxismo en su concepción determinista hegeliana, para imponer otra concepción determinista hegeliana de carácter liberal. Las clases sociales sólo eran un grupo de individuos, que tendrían la oportunidad de una vida mejor si pisaban cabezas y se adaptaban al tan famoso cambio.
La pobreza en consecuencia era una cuestión de pereza y limitación intelectual, de la cual muchos “no querían salir”, mientras que otros, emprendedores, proactivos, adaptativos y brillantes, se coronaban del nuevo titulo “monárquico”, el éxito; no fue más que la admiración por el logro de la acumulación monetaria y todo lo que ello acarrea (reconocimiento, fama, vida de abundancia, ocio, excesos, etc)
El nuevo paradigma nos proponía en términos personales, una carrera hacia la opulencia; carrera en la que pocos competían y muchos sólo participarían como meros espectadores.
Era un mundo hecho aldea y atemporal, donde la ideología trasmutó en un concepto pragmático del aquí y el ahora, mientras que la filosofía caducada y vencida era transformadas en fabulas moralizantes y maniqueistas. Este mundo ha fracasado rotundamente, la ilusión se desvaneció como humo en el viento, la idea de un mundo posmoderno ha muerto, pero no las relaciones sociales de explotación, ni las estructuras de dominación, tampoco la desigualdad, ni los explotados y explotadores. Aunque sus discursos y sus valores hayan sido perforados, hoy persisten en diferentes formas y ámbitos.
Desde los 90 han surgido políticos que representan ese nuevo paradigma súper moderno, nuevos políticos, que desde la idea del pragmatismo, han hecho política de la no política. Los empresarios “exitosos” han tomado por asalto la administración pública reduciéndola a un mero manejo administrativo, socavando la acción política en pos de la administración o visión empresarial. En nuestro país esto se manifiesta en una serie de personajes de nulo contenido intelectual y militancia, que van desde deportistas a artistas y empresarios (todos de amplios bolsillos).Sus nombre son arto conocidos: Scioli, Reuteman, Macri, Del Sel, De Narvaèz, etc.
En el distrito de San Fernando nos encontramos con la reivindicación de ésta forma de hacer política, en los representantes del PRO y su costosa campaña a la intendencia, en la cual sus propuestas giran en torno al éxito individual de sus candidatos y al concepto “weberiano” de que el político vive para la política, y no de la política.
De ésta forma se trata de transmitir al electorado, que los candidatos del PRO no sólo serán exitosos en la función pública, sino que a su vez no utilizarán recursos públicos para fines o intereses privados. Si bien esto es criticable desde distintos puntos de vistas, no deja de ser consecuente con la “apolítica” empresarial inaugurada en la década de los 90s y predicada por Macri y sus huestes.
La PRO democracia
Para introducirnos en el discurso y las valoraciones de los políticos PRO, hay que comenzar por deducir su propia lógica:
1. ¿Por qué van a ser exitosos en la función pública?.
Porque han acumulado títulos y riquezas personales.
2. ¿Por qué van a vivir para la política?
Porque tienen suficiente riquezas para no robar del erario público.
1 El éxito personal es valorizado sobre cualquier construcción de grupo o identificación colectiva, por eso Macri es Mauri y nada más.
La concientización de clase en la burguesía se da por intereses particulares y no por la necesidad de una unión de lazos solidarios. Mientras que la unión de la clase obrera es producto de la necesidad, en la burguesía es producto del beneficio personal.
Si tomamos en cuenta que para Maquiavelo la virtud surge de la necesidad, un candidato que hace política sólo por un desafío personal o por el hastío de horas de ocio, nada tiene de bueno para ofrecernos.
2 La famosa “frase” de Weber que se repite incansablemente en todo tipo de medio informativo; “como dijo Weber hay que…” La frase Weberiana…” etc. No hace más que continuar la tan estereotipada idea de que los ricos no roban.
Para analizar éste tipo de prejuicio tenemos que ir a las fuentes (ósea a lo que dio pie al juicio). Weber llega a esta categorización de “vivir para”, desde el marco histórico de la formación de Estado Moderno, en el cual la monarquía termina con los poderes de la nobleza absorbiéndolas en su incipiente aparato burocrático administrativo.
En el aspecto económico el mundo se fue extendiendo(1) hacia rutas marítimas más atractivas, más rápidas y más baratas, que en comparación con los viejos caminos terrestres, se impusieron en la transacción de mercaderías y materias primas. Los antiguos y onerosos castillos de la alta nobleza, se transformaron en burgos y después en ciudades, que al concentrar el comercio y los talleres, atrajeron a una creciente masa de población, logrando así generar un gran excedente de producción, siendo utilizado por la monarquía para sus costosos lujos y para la construcción de una fuerza regular, cuyo fin fue dar sustento y seguridad a sus gobiernos(2).
El campo agotado, extenuado y atado a las sucesivas crisis y obsoletos métodos de producción, fue perdiendo su antiguo predominio, dando como resultado un relajamiento en las relaciones sociales y del poder feudal. La nobleza nobiliaria fue dejando de ser un Primus Inter pares, para convertirse en funcionarios dependientes del poder centralizado en el rey(3), que no sólo disputó y arrebató el poder diseminado de los señores feudales, sino que también quitó el poder de Dios a la iglesia; la cual ya no conservaba la superioridad sobre el poder secular, sino que fue el Rey quien ordenaba a los demás estamentos(4).
No sólo el feudo sufrió las consecuencias del poder de la ciudad, sino que la vida comunal de las aldeas fue devastada tanto por la economía mercantilista, como por la fuerza centralizada del Estado moderno.
El derecho consuetudinario fue dejando paso al predominio del derecho positivo, transformando la posesión de la tierra en propiedad privada.
De este modo la monarquía triunfante será un fuerza centrípeta que destruirá todo poder que compita dentro de su propia soberanía(5), trasformando a la nobleza en cuadros administrativos especializados, por eso Weber analiza como estos nuevos actores podrán hacer política sin necesidad de ocupar su tiempo en adquirir, en parte o totalmente, recursos para su subsistencia, por lo tanto “vivir para” implica no sólo tener patrimonio, sino también ser libre en cuanto a los medios. Tomando en cuenta casos más actuales, Weber pone como ejemplo tanto a los rentistas como a los que viven de las ganancias bursátiles(6).
Esta categoría de “para y no de” no es una premisa excluyente ni una virtud para Weber, ya que esto implica un reclutamiento plutocrático y a la vez no determina en lo más mínimo que no se terminará haciendo política para los propios intereses privados.
La “interpretación” Weberiana
Uno de los argumento acomodaticios para salir de ésta crítica, fue decir que Weber puede ser interpretado de distintas formas (como si un médico pudiese llamar al hígado corazón, de acuerdo a su libre interpretación), cosa que ésta refutada por la propia lectura del libro El científico y el político. La obra de Weber se enmarca dentro de la ciencia política, en la cual los conceptos y definiciones tienen la rigurosidad propia de toda ciencia, por lo tanto no hay libre interpretación. Se podrá aceptar o criticar, pero no darle una categorización que el concepto nunca tuvo. Por lo tanto esto es el resultado de una falta de conocimiento o de falta de honestidad intelectual.
Otro esbozo de defensa ante tamaño “error” fue que sólo se mencionaba el “vivir para la política”, como una característica meramente personal. Sin embargo en la actividad política partidaria, nada tiene un tinte únicamente personal, todo mensaje implica valorizaciones que se pretende imponer al resto de la sociedad a través del discurso y la acción.
Los verdaderos fundamentos
Estas pobres y escuetas justificaciones sólo tratan de tapar la concepción política que tienen los partidarios del PRO, entendiendo a la democracia como un ámbito exclusivo de los que tienen patrimonio suficiente para dedicarse sólo a hacer política, sin necesidad de cobrar un sueldo para vivir, lo que implica que la corrupción viene sólo de aquellos que tienen necesidad de vivir de la política, como por ejemplo los obreros,
estudiantes y todo aquel que dependa de su trabajo.
Por lo tanto el trabajador disciplinado tendrá que trabajar para el empresario exitoso, a fin de que éste tenga el patrimonio y el tiempo libre suficiente como para postularse a cargos públicos y ser ese mismo trabajador quien deberá votarlo. Cerrándose así un círculo perfecto de dominación económica y política.
Siguiendo ésta línea argumentativa y teniendo en cuenta las políticas del Gobierno de la Ciudad de Bs As(7), a los pobres se los categorizan socialmente como delincuentes y políticamente como corruptos.
La desafortunada utilización Weber, podría haber sido menos contradictoria si se tomaban otros conceptos referidos a la ética de la convicción y la ética de la responsabilidad. Es aquí donde el autor se plantea contradicciones referidas al político y su función pública, como una disyuntiva que éste enfrenta de acuerdo a distintas valorizaciones cuando asume un cargo político en el Estado.
A modo de conclusión
La tan mentada y repetida idea de lucha contra la corrupción y el ejercicio eficaz de la función pública, tiene que ver más con la ideología en la cual descansa el proyecto político del PRO, que como acto meramente discursivo o de plataforma electoral.
Aquel partido que tenga sus bases filosóficas sobre concepciones individualistas, tendrá en mayor o menor medida, funcionarios que respondan sólo a sus intereses particulares.
Sus candidatos tendrán la impronta de sus logros personales y los títulos adquiridos, serán esgrimidos como un hecho de carácter positivo y extendible al ámbito de la política.
Mientras que los partidos cuya ideología y propuestas, tengan como destinatario y partícipe al conjunto mayoritario del pueblo, restringirá o coartará el desviacionismo individualista de sus cuadros. Por lo tanto la corrupción será un hecho meramente accidental o esporádico y no estructural. Como corrupción estructural entiendo al saqueo de los recursos nacionales y la explotación de los trabajadores en manos de privados, tanto foráneos como autóctonos, legalizado y legitimado por el propio Estado.
Para culminar me llama mucho la atención el modo en que presentan y exaltan el éxito privado de los candidatos, sin tomar en cuenta de que forma éste logró dicho éxito; entiendo que lo único que ponderan como negativo es la corrupción estatal, dejando de lado el robo y la expoliación privada.
Notas:
(1) Se descubría América, los comerciantes penetraban en el Imperio chino, los portugueses se asentaban en las costas de África e India
(2) Piedra basal del concepto de Estado de Weber.
(3) Hobbes en su Leviatàn defiende y da fundamentos teóricos a esa nueva organización política
(4) Desde la caída del imperio romano, la iglesia pretendió erigirse como el poder superior a todo poder
secular, lo que llevò a confrontaciones permanente con las distintas monarquías. A esto se llamó la querella de las investiduras.
(5) Piedra basal del tan repetido concepto del Estado, como instituto político en el que sus cuadros administrativos monopolizan con éxito la fuerza legítima a fin de conservar el orden establecido.
(6) El ejemplo más claro de unión entre actor económico y político en nuestro país, fueron los gobiernos
conservadores de la oligarquía ganadera.
(7) Criminalizaciòn de los trapitos y limpia vidrios, parapoliciales que golpean y “limpian la ciudad” de vagabundos, presupuestos subejecutados en cuestiones sociales, etc