18 de junio de 2016

Programa del 18 de junio de 2016

Entrevistas

Fernando Esteche, dirigente de la agrupación Quebracho. Analiza la situación de los espacios populares frente a la gestión macrista. 

Ignacio Àlvarez, concejal del Frente para la Victoria del municipio de San Fernando. El caso de José López y la situación dentro de su espacio político. Las políticas comunales de un municipio dominado por la derecha peronista de Sergio Massa.

Melisa Guidi, dirigente estudiantil  de la Universidad de Lujan y militante de la Federación Juvenil Comunista, comenta la situación de los estudiantes y la lucha por el boleto en la Provincia de Buenos Aires.


Editorial

El caso de José López, cómo impacta en el Frente para la Victoria, las dudas y la corrupción individual o estructural. Cómo los Medios hegemónicos entrelazan la corrupción con las políticas de reivindicaciones populares. Un hecho que envalentona al gobierno macrista para aplicar políticas neoliberales.
Arbizu un preso por denunciar la esencia corrupta del sistema financiero mundial. Los casos de corrupción frente al saqueo capitalista legalizado. 

Denunciamos la existencia de protíbulos en zona norte del conurbano. La hipocresía y la corrupción de los gobiernos municipales de Vicente López, San Isidro y San Fernando. 





13 de junio de 2016

Programa del 11 de junio de 2016

Entrevista
En éste programa entrevistamos a Ricardo Perea, presidente de la cooperativa de RB, quien fue desalojada por una dudosa orden judicial. 

Editorial
Noticias sobre los municipios de la zona  norte del conurbano. Política, negocios y la cultura mercantilizada. 

El nuevo relato macrista. Todo fue, es y será culpa del kirchnerismo. Cómo el gobierno justifica el ajuste al pueblo creando al enemigo perfecto.



7 de junio de 2016

La cultura empresarial

Todo se vende y todo se compra
Ibarra Eduardo


Las generaciones que atravesaron la década de los 90s  vivieron unos de los tantos cambios históricos  que dejaron huellas y marcaron el devenir de la humanidad. Esos cambios para los que lo sufrieron en carne propia, fueron abruptos y a una velocidad casi imposible de imaginar.
Se ha dicho mucho sobre el cambio en el tablero internacional, la nueva configuración del mundo, el triunfo del individualismo por sobre cualquier concepción colectiva, el triunfo del fin de la historia y de las ideologías, y cómo el pragmatismo cobarde y sin cuestionamientos  coronó una época.  Pero no sólo la embestida del  dominio imperialista como punta de lanza del capitalismo mundial trajo el triunfo de los capitales financieros, también e indefectiblemente, el cambio vino de la mano de la ruptura de las relaciones sociales (ya obsoletas para los mercados) y de los necesarios cambios culturales para barrer todo vestigio de solidaridad, a fin de imponer, sin resistencia y en forma naturalizada, la cultura triunfalista del individualismo.
Como sostiene Néstor Kohan en su libro sobre “Poder y fetichismo en el pensamiento de Karl Marx, no existe separación entre la llamada superestructura y estructura. Indefectiblemente la subjetividad es inherente al hombre, ya que no hay relación entre las “condiciones objetivas” que no sean mediatizadas e intelectualizadas por la interpretación de cada actor social. Por lo tanto la avalancha del mercado globalizado vino cargada de apreciaciones y valores que marcaron rupturas y continuidades dentro de cada sociedad.
La nueva cultura del mercado tuvo manifestaciones explícitas sin ningún tipo de contención o resistencia  por parte de las clases subalternas, las cuales sufrieron dos derrotas históricas contundentes, primero en lo militar y segundo en lo ideológico. El cómo se manifestaron esas transformaciones culturales es lo que me interesa repasar brevemente.

Desde la vida cotidiana hasta los discursos políticos y publicitarios fueron impregnados por los nuevos valores del mercado financiero  globalizado, en función de la apertura de las economías nacionales a las exigencias del mundo globalizado. El propio Estado tuvo que reconfigurar las bases jurídicas para las nuevas relaciones sociales (flexibilización laboral, privatizaciones, respaldo jurídico para las inversiones extranjeras, etc.), en consonancia de la hegemonía del capital transnacional y financiero.
Cada parte de nuestras vidas fue resignificada, cada hecho cotidiano fue cargado de nuevos valores y nuevos propósitos,  no hubo contención para los que no se adaptaron al cambio, todo era ser parte o morir en el ostracismo; como aquel ciudadano desterrado de la antigua polis.
Toda la cultura se volcó al consumismo y los actos solidarios fueron separados de la esfera de lo político, para pasar al ámbito de lo privado, a las nuevas modas de las burguesías  globalizadas, quienes fueron  transformando la esencia misma de la solidaridad en actos banales y autorreferenciales. La política como herramienta de transformación fue desvirtuada y reemplazada por concepciones gerenciales/empresariales.
No sólo las nuevas prácticas que surgieron fueron expresadas con nuevas palabras; en su inmensa mayoría en idioma inglés, sino que las viejas costumbres fueron amoldadas con nuevos significados.
Cuanto más palabras en inglés, más prestigio social, aunque dichas palabras figuren en nuestro idioma español y no necesiten ser reemplazadas.

Las llamadas carreras universitarias tradicionales fueron perdiendo lugar ante las nuevas disciplinas de dudosas rigurosidades académicas y científicas, por lo cual la educación pública fue precarizada y vaciada a favor de las instituciones privadas que acogieron con beneplácito carreras como, coaching, marketing, publicidad, etc. Los difusores de la ideología de mercado fueron los grandes consultores que dictaron cursos para mimetizar los intereses de los empleados con los intereses de las empresas, que dentro de su andamiaje de adoctrinamiento ideológico tuvieron como eje materias como, los recursos humanos, el comportamiento motivacional, liderazgo y la famosa programación neurolingüística, etc. Claramente la educación fue un factor clave para asimilar los cambios en clave liberal y hacer que el esclavo no sólo termine admirando al amo, sino también pensando como él.
La música así como las distintas artes autóctonas fueron sepultadas y desacreditadas a favor de lo anglosajón, sin dejar posibilidad a que el intercambio cultural dé paso a nuevas formas de expresiones artísticas, para enriquecer a la propia cultura y así generar nuevas expresiones artísticas. La comida como parte de la idiosincrasia de cada país fue transformada en una cuestión de distinción de clase, donde el cocinero se convirtió en gourmet y los ingredientes tradicionales y accesibles pasaron a ser exóticos platos con vegetales y carnes extraídos de tierras lejanas. De la lechuga a las finas hiervas, del tuco a las salsas, del asado a las carnes asadas y del pescado al sushi… de la excentricidad a la estupidez.
Las ropas que otrora abrigaron o refrescaron de acuerdo al clima de las distintas estaciones, pasaron a ser elementos de distinción de clases y grupos de pertenencia, que a diferencia de las viejas modas,  las marcas vistieron más que las telas.
El almacenero  del barrio, aquel que nos fiaba, quedó en el museo de los recuerdos olvidados ante la avalancha de los supermercados de marcas transnacionales. Los negocios de ropas pasaron a ser parte de grandes conglomerados llamados shopping y el acto de comprar algo para satisfacer una necesidad se transformó en una experiencia cargada de placer y desahogo existencial, casi como la misma conformación del ser. El producto no importó tanto por su utilidad, sino por su valorización simbólica, y el acto de comprar cambió de un medio a un fin.
Casi como un terremoto todo cambió de significado y los nuevos valores surgieron sin que pudiésemos asimilar, ni tener una mirada crítica hacia los mismos.
Los tan admirados títulos de las viejas monarquías por parte de la burguesía, fueron reinventados y cada acto de la vida fue marcado por la coronación de algún título académico; sin importar la seriedad de la institución académica que lo emitiera. Por lo tanto los hábitos cotidianos fueron pasados  por el tamiz del prestigio social y la distinción de algún conocimiento específico, por lo que ir a comprar al almacén tuvo, necesariamente, que ser un acto complejo para  ir un shopping y hacerse de un personal shopper,  poner una mesa con sillas para morfar implicó la sofisticación de un licenciado en diseño de interiores, casarse dejó de ser un acto de amor para pasar a ser un gran acto social dirigido por un wedding planer, o el mero hecho de cortar el pasto requirió del conocimiento específico de un paisajista, y así con cada acto insignificante y cotidiano de nuestras vidas.


En el ámbito de la religión las nuevas costumbres liberales del dominio del capital financiero globalizado, dieron pie al  surgimiento de creencias extraterrenales de disciplinas  light, por lo cual se cambiaron los viejos rituales rígidos de la iglesia católica, tan afines a las oligarquías vacunas, por un collage de distintas creencias.  La nueva formación de una burguesía global  financiera se apegó a una nueva religión individual acorde a los nuevos ideales de riqueza, conford y libertad social, algo así como una religión express y a gusto del creyente. Esta fracción de la burguesía ganadora fue la que impuso, al ritmo de los negocios financieros globales y los gerenciamientos de las multinacionales, las nuevas técnicas combinadas del fen shuy, el  budismo,  el ecologismo y un sinfín de creencias  “made in”.



La ideología en fábulas

Todo el andamiaje globalista tuvo su eje en la idea del cambio permanente, una suerte de ley universal tan inviolable como la gravedad. Este cambio fue presentado como un hecho eterno y natural, al cual nos habíamos negados por estar aferrados a políticas proteccionistas y anti libre mercado, porque era nuestra obligación dejar de lado todo lazo con un pasado solidario, para navegar en las vertiginosas aguas de la adaptación.
Uno de exponentes de ésta cultura fue un libro llamado “Quién se ha robado mi queso”, el cual relataba en forma de fábula infantil las vicisitudes de unos ratones dentro de un laberinto. Estos animales personificados tenían gran cantidad de queso en una de las salas del laberinto y sus vidas eran llevadas sin sobresaltos, hasta que un día el apreciado alimento se acabó y las distintas actitudes frente a adversidad comenzaron a aflorar. Hubo ratones que no se movieron y sólo protestaron y otros que buscaron otra fuente de alimento. La moraleja era que sobrevivían los que se adaptaban al cambio, ese cambio que no tenía un por qué, ni un quien, sólo ocurría y había que aceptarlo mansamente. Este burdo mensaje ideológico sindicaba a los que resistían a la globalización y a la ideología neoliberal como quedados en el tiempo (los que se quedaron en el 45), mientras que aquellos que aceptaban las nuevas reglas de juego, eran los emprendedores proactivos, los ejemplos a seguir.
Otra de las fábulas que representaba tan claramente la escuela de Milton Friedman, era la de un maestro y su discípulo, quienes en un viaje de aprendizaje, se encuentran frente a una familia pobre que sólo contaba con una vaca. Si mediar palabra el maestro mata a la vaca ante la mirada atónita del alumno, quien compungido le pregunta el motivo. El maestro sólo dice que volverán un largo tiempo después para ver qué fue de esa familia.
Cumpliendo con lo dicho, ambos, vuelven a visitar a la familia pobre. Si bien el alumno no esperaba nada bueno, se asombra ante el resultado de tan drástico acto. La familia había prosperado, los padres habían comenzado un nuevo y próspero emprendimiento, los hijos estaban estudiando en distintas universidades y todo el grupo familiar ya no era pobre, sino todo lo contrario.  Moraleja, el maestro había cortado el lazo que los ataba a su situación de pobreza, por lo que la familia tuvo que adaptarse y crear nuevas fuentes de ingresos, lo que los llevó al éxito.

Esta nefata enseñanza impone una ideología contraria a la realidad. El capitalismo globalizado ha privatizado todo lo que posibilitaba un mínimo de bienestar al pueblo, ha cortado todo vínculo de solidaridad del Estado hacia los pobres y marginados, concentrando la riqueza en pocas manos mientras el hambre, la miseria y las guerras se propagaron por todo el mundo (sin vacas y sin quesos). De hecho la llamada “solidaridad” fue canalizada por medio de fundaciones y ONG armadas por los grandes capitalistas, permitiéndoles así evadir impuestos y disfrazar su culpabilidad en actos banales.

La finalidad de éste tipo de cuento es la de imponer una concepción del hombre aislado de todo entorno social y puesto en pie de igualdad en todas circunstancias, sin reparar en que la propia sociedad que proponen es extremadamente desigual, y los lazos sociales que se establecen son por medio de intereses antagónicos de clases.  El famoso cambio al que no definen ni analizan dentro de un contexto histórico, es la clara hegemonía de la burguesía financiera trasnacionalizada, que tras ésta máscara (algo esotérica y metafísica) oculta la imposición de sus intereses y objetivos.
 Cuando la burguesía domina la escena social, el cambio se impone a todas las demás clases subalternas, pero cuando son los trabajadores quienes se imponen e imponen nuevas reglas de juego, como ser la expropiación de los medios de producción, la burguesía no se adapta al cambio y desata una guerra civil. ¿A caso si nos quedamos con la vaca, no le estamos haciendo un favor?. Moraleja proletaria, hay que matar al maestro y no a la vaca.


Nota final

Siempre me llamó la atención que los cursos y los libros ideológicos empresariales estén escritos, o tomen ejemplos, como fábulas y que se trate de  aplicar a todo ámbito de la vida social por medio de vulgarizaciones y pobres lecturas de la realidad. Algunos ejemplos: en la política (Maquiavelo en la empresa), en la religión (ética empresarial) o de autoayuda (piense y hágase rico), etc.
Entiendo que esto no es casual, sino todo contrario. Es el producto de una ideología que al dominar al mundo como un mercado unificado, trata de imponer su hegemonía a las clases subalterna por medio de lecturas sencillas que arman la realidad en función de un mismo resultado. Vulgarizar, describir en forma superficial e infantil, imponer una conclusión lógica dentro de premisas establecidas, son parte de un relato que pone al subalterno en una posición infantil frente a un entrepreneur universal.  Todas nuestras vidas en clave empresarial, aunque las vaquitas sean ajenas.



6 de junio de 2016

Programa del 4 de Junio de 2016

Entrevista al politólogo y sociólogo Atilio Boron, quien hace un reconto sobre la situación en América del Sur y la nueva ofensiva del imperialismo y las derechas vernáculas. La crisis en Francia y la endeble situación de la Unión Europea. Las elecciones en EEUU, dos candidatos para un mismo sistema. 

Editorial
La situación económica de un gobierno con lobbistas y CEOS de los capitales financieros.
El proyecto de ley del gobierno para el pago de las jubilaciones. El informe de la consultora de Melconian coincide con el exgobierno kirchnerista, el pago de los montos a las jubilaciones más altas hace inviable al sistema. 
La trama de la interna dentro del gobierno derechista de Macri.